Mémoires inédits : Les Cahiers Rouges de
Mathilde Bonaparte
Mi tía Carolina, viuda de Murat. Vino a establecerse en Florencia desde 1832. Había vivido en Trieste hasta ahora; pero, estando enferma, obtuvo la autorización de fijarse en Italia... Tenía restos todavía de belleza. Sus cabellos eran castaños y abundantes, sus manos bellas, sus pies pequeños, pero sus muñecas no era finas. Tenía sobrepeso, una piel superior, y, cosa singular, los hombros tan gordos que parecía, estando descubiertos, tener la garganta por atrás. A pesar que los vestidos que llevaba no le iban, le hacían la espalda redonda y le quitaban elegancia. Casi no tenía cejas, pocas pestañas. Su rostro era juguetón y había conservado frescura. A veces muy graciosa, más frecuentemente melancólica, le faltaba amenidad. Le quedaba de sus años jóvenes mucha coquetería y el deseo de gustar a los hombres