La otra R de Raquel de Mary Shepherd
(…) Dearan le gustaba, bueno, más que gustarle, le había despertado la libido y había puesto a bailar a todas sus hormonas la danza del vientre y a su “parte ratona” se le había despertado el hambre y sólo quería hincarle el diente. Lo suyo era pura glotonería, pero ¿enrollarse con él? No, no lo veía claro, no oscuro tampoco ya puestos.
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