El beso del ocaso de Mary Shepherd
—No puedo acercarme a ella y decirle… ¿qué? ¿Qué puedo decirle? «Eres mi compañera y eres imprescindible para una venganza y ya puestos a confesar… ¡hola, soy un vampiro!» Va a salir corriendo y no va a parar hasta que se le desgasten las suelas de los zapatos.
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