Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley
[...] El ángel caído se convierte en demonio maligno. Sin embargo, hasta aquel enemigo de Dios y del hombre tenía amigos y compañeros en su desolación; yo estoy completamente solo. [...] Seguía deseando amor y compañía, y seguía siendo despreciado. ¿No había ninguna injusticia en esto? ¿He de ser considerado el único criminal, cuando toda la humanidad pecaba contra mí? |