Un romance irresistible: 1 de Mary Balogh
—Besadme —dijo él. (…) —¿Por qué? —preguntó con recelo. —Porque he deseado que lo hicieras desde la última vez que nos besamos —respondió él—. Porque no he podido olvidar el beso ni a vos. Porque si parto mañana sin haber solventado una cuestión con vos, vuestro recuerdo me perseguirá el resto de mi vida. Porque si puede perseguirme el recuerdo de alguien, es el vuestro. Y porque si alguien puede domaros, sospecho que soy yo. Porque os a… ¡Maldita sea, no puedo pronunciar esas palabras! Besadme. —¿A cuántas mujeres habéis endilgado ese discurso? —preguntó ella observándolo con suspicacia. —A ninguna —contestó él—. A vos. —No soy una bestia salvaje que hay que domar —declaró ella. —Ni yo —replicó él—. ¿Vais a besarme? —No lo sé —contestó ella. |