Simplemente mágico de Mary Balogh
—No me mire así —murmuró ella. —¿De que forma? —Él la tomó por la muñeca y le retiró la mano de la boca. —Con lástima y compasión —Enojada, Susanna se apartó y se levantó bruscamente—. Siempre quiere «dar», «consolar», «proteger». ¿Nunca quiere «tomar», «exigir», hacer valer sus deseos? No necesito su compasión. ¿A qué diablos venía eso? Susanna se volvió de espaldas a él y avanzó unos pasos hacia el otro lado del claro situado en el centro del laberinto. El silencio de él era tan acusador como unas palabras. Ella sabía que le había herido, pero no podía retractarse. |