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Pichis de Martín Lasalt Gea
... y volvió a meter el cuerpo en el contenedor verde de la intendencia, a revolver con las manos las bolsas de basura mal clasificada. Pedazos de vidrio con los que podia haberse abierto la mano otra vez, entreverados con cáscaras de fruta y cartones, y carne podrida con una lata de arvejas abierta y cuatro arvejas pegadas en el fondo, y yerba, siempre la puta yerba mate en todo, que se pudría rápido y enseguida parecía tierra y les hacia sentir que se revolvían ya en la tierra, que comian tierra porque estaban sepultados.
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