pequeñas mujeres rojas de Marta Sanz
Esta casa se queja por todo como mi piel, ahora que ha madurado o macerado -no sabría decirlo-, se resiente en cuanto la rozan o la aprietan con más intensidad de la exactamente necesaria [...]. Soy un líquido sin vaso de cristal que lo soporte. Tal vez, a no mucho tardar, expire a causa de los fragmentados glóbulos de una leucemia.
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