La tortuga que huía del jaguar de
Marta Quintín
No es que sean malos, m'hija. Pasa, simplemente, el ser humano no es más que un animal salvaje pasado de vueltas de puchero. No sabemos ser otra cosa. Y nos ponemos las cosas difíciles entre nosotros. Da igual lo que uno haga. Si alguien quiere querernos, nos querrá. Y si no quiere, ¡pues no lo va a hacer! Por mucho que le traigamos la luna. Y ni siquiera eso lo decidimos nosotros. Todo eso es una vaina del corazón. Un loco desvergonzado, que no le rinde cuentas a nadie. No sirve de nada que se las pidamos, por qué no da razones, ni atiende a ellas.