El cielo según Google de Marta Carnicero
Recordaba las calles adoquinadas de una ciudad colosal perdida al sur de Siracusa, las fachadas repletas de palomas bajo un azul imposible, los vientos atávicos haciendo revolotear las plu¬mas entre sillares definitivos tallados en piedra pómez. Y la vaga noción, o tal vez la convicción, de haber sido feliz con Eric recorriendo con los dedos las arrugas de la piedra, sintiendo en la palma de la mano la calidez casi humana de escalinatas y muros abandonados al sol, abrazando columnas de una catedral antigua desgastada por los vientos con paciencia secular.
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