Un libro didáctico acerca de cómo escribir una novela, con capiíulos interesantes, con comentarios ad hoc sobre grandes de la literatura mundial. Para aprender. |
Un libro didáctico acerca de cómo escribir una novela, con capiíulos interesantes, con comentarios ad hoc sobre grandes de la literatura mundial. Para aprender. |
Cartas a un joven novelista es, literalmente, un compendio de falsas cartas que Vargas Llosa escribió para ayudar a analizar la novela contemporánea, de modo que el novel escritor se dé una idea de cómo comenzar. En la narración se dirige directamente al lector, y además es un compendio de las lecturas que Vargas Llosa ha hecho en su vida y que lo han marcado, lecturas que, probablemente el novel escritor ya hizo, pero que puede ser que no, y que enriquecerán su andar. |
Tiene razón Mario Vargas Llosa, nos lo advierte en una de las entradas. No hay fórmulas que nos ayuden a encontrar la clave para escribir, en todo caso, este libro es un cómo lo hizo él para escribir. Sin embargo, utiliza una prosa fina como la que le conocemos al escritor peruano y resulta muy entretenido ver los entramados de algunas de sus novelas en este desenredar el hilo de Ariadna que nos deja atisbar el laberinto Vargasllloseano. Lo escribe con el maravilloso estilo con el que estamos impuestos a leerlo. Casi, casi se puede oírlo hablar, porque no sé si atribuirle el hecho de que Mario Vargas Llosa habla como escribe o escribe como habla. Una de las mentes más lúcidas del boom latinoamericano. ¡A leerlo y a disfrutarlo!
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Leer un un ensayo de Vargas Llosa, cuando se trata específicamente de literatura es enriquecedor y estimulante por la manera lúcida y clara que tiene para señalar sus ideas. Coincido cuando señalan que leer este libro es como presenciar una clase del nobel, en doce capítulos expone mucho de sus teorias respecto al proceso de creación de una novela. Es un libro que uno lo puede leer como lector o como alguien interesado en escribir o en conocer el proceso de escritura. Como lector, en cada capítulo que Vargas Llosa expone, encontrará maravillosos ejemplos de novelas y escritores que le provocará ir a buscar y conocer más de ellos; y como alguien interesado en la escritura además de fórmulas o tecnicas de las que se valen los novelistas para narrar, el más importante y simple de todos los consejos: "Si quiere ser un escritor, póngase a escribir de una vez" .
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Las Cartas a un joven novelista fueron compuestas a partir de notas de trabajo que Vargas Llosa utilizaba para dar sus clases y conferencias. Llegado el momento, decidió reunirlas y darles formato de libro, bajo la apariencia de una serie de cartas ficticias a un interlocutor que desea aprender a escribir novelas. En ellas nos muestra su visión de lo que un novelista y una novela es, así como analiza los principales mecanismos a través de los cuales se construye una novela. Probablemente ese origen, como notas para clases, sea lo que le da un carácter académico, lleno de clasificaciones de los tipos de narrador, de punto de vista, de temporalidad o de niveles de realidad. El lector se siente en una especie de clase de literatura, con un profesor que va alternando los contenidos del curso con magníficos ejemplos, tomados de las lecturas que han impresionado (y probablemente influido) al propio Mario Vargas Llosa, los cuales son analizados con detalle, y una sensibilidad literaria propia de un Premio Nobel. Quizá ese ejercicio de crítica literaria sea lo mejor del libro: sus comentarios sobre la obra de Flaubert, Hemingway, Onetti, Borges o Faulkner, entre otros, son verdaderamente luminosos. Cartas a un joven novelista es un texto amable, una lectura que se disfruta totalmente, sobretodo por amantes de la literatura. Es como acudir a oír a un Nobel hablar de su disciplina favorita, deleitándonos con su enorme conocimiento del tema, y su facilidad para expresar lo que sabe bellamente. Sin embargo, debajo del oropel, las ideas son sencillas, y están basadas en clasificaciones académicas bastante estandarizadas. No hay en sus páginas ni la humanidad profunda de las Cartas a un joven poeta de Rilke, ni la pasión desesperada del Querido y remoto muchacho de Ernesto Sábato. Es una especie de recuento literario, ejecutado con brillantez, y macerado con una multitud de lecturas analizadas con cariño y buen sentido. Un pequeño y delicioso lujo. + Leer más |
No puedes intentar ser bueno sin antes acudir a los mejores.
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Es un buen material de consulta (pero leve, no es como que citaría esto para una tesis) que me parecerá útil tener a la mano constantemente. No hay mucho más que comentar.
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Este libro no es un manual para aprender a escribir. Se trata de un ensayo sobre la manera en que nacen las historias. Un análisis en forma epistolar (a base de cartas). En cada epístola expone temas como el estilo, el narrador o el tiempo narrativo, ejemplificando con obras de grandes autores como Kafka, Dickens o Borges, entre otros. No solo apto para escritores, sino también para lectores. Ágil y ameno por su forma e imprescindible por su contenido.
Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
📰La historia transcurre en Perú, Lima. En un suburbio llamado «Cinco esquinas», lugar emblemático y centro primordial donde se establece la trama del libro. 📰La narración comienza mostrándonos la vida de Marisa y Chabela, dos inseparables amigas, que por ciertas circunstancias tienen un encuentro nocturno, tanto sexual como inesperado. A través de ellas el autor nos introduce de lleno en la trama, detallando intimidades y peripecias, en sus respectivos matrimonios, ya que las dos mujeres están felizmente casadas con hombres de poder: Enrique Cárdenas (empresario, esposo de Marisa) y Luciano Casasbellas (Abogado prestigioso, casado con Chabela) A medida que vamos profundizando en la rutina de estos matrimonios, Vargas Llosa, nos muestra el chantaje del cual Enrique es víctima por parte de un periodista amarillista. El cual le informa que posee fotos comprometedoras (situaciones sexuales, orgías para ser más precisos) los cuales podrían destruir la reputación del empresario... 📰Contexto político: ¡Es el jugo y la pulpa que le podemos sacar al libro! El cual es sumamente interesante. El período en el que transcurre las peripecias de estos personajes es 1990, durante el gobierno del presidente Alberto Fujimori, semejante más a un dictador que otra cosa. En su mandato reinaba la corrupción y el periodismo sensacionalista para vencer a sus contrincantes políticos. El personaje que encarna el amarillismo es nada menos que Rolando Garro, el periodista que está chantajeando a Enrique Cárdenas. 📰¿Sabías que Vargas Llosa se postuló para la presidencia de Perú? ¿Sabías que perdió contra Fujimori, quien finalmente asumió el gobierno y sumió a Perú en toques de queda e inestabilidad política y social? ¿Qué fue donde se intensificó la violencia guerrillera del Sendero Luminoso? ¿Sabías que Llosa sacó este libro justamente cuando la hija de Fujimori se presentó para la presidencia del país y a todas las luces iba a ganar? Éste libro es político, sumamente político. Es un libro para que Perú recuerde. + Leer más |
Mas maduro como escritor, pero mas prudente como persona, trata de manejar varios temas espinosos en una novela que se queda corta, si bien deja abierto al analisis personal tambien parece no comprometerse con ninguno, bien, es cierto no debiera ser dogmatico, no es su funcion, pero su crecimiento, conocimientos y desarrollo pudieran ser un buen referente para quienes amamos la literatura y la consideramos fuente confiable ..la denuncia al periodismo falaz, punto central se queda muy corta, sobre todo en su critica al periodo tan convulso de su nacion.. |
Cinco Esquinas (2016) el libro número 18 del Nobel autor y el título proviene del nombre de un barrio limeño, ubicado en Barrios Altos que fue el eje de la Lima colonial y que decayó con el declive de lo que se llama el Centro Histórico; tuvo cierto resurgimiento a principios del siglo XX cuando se convirtió en un centro del « "criollismo » con las peñas (=círculos de recreo). Hoy en día es un barrio « bravo » con narcotráfico, prostitución y alta criminalidad. La lectura de esta novela me ha dejado bastante perpleja por no decir otra cosa. ¿Cómo este escritor ha podido entregar una novela de contenido tan pedestre? Es evidente que quiere arreglar cuentas con la prensa escandalosa, él, que debe haber sufrido con la bajeza que se practica en ese rubro. La novela plantea la utilización de esta bazofia que es la prensa amarilla con fines políticos. En el caso de la novela, es un relato al límite de lo pornográfico entre dos polos: la clase alta limeña (que no es necesariamente una gente con clase) y los políticos más desvergonzados y amorales, dispuestos a todo para conservar el poder y ensuciar y comprometer a los adversarios. Enlace: https://pasiondelalectura.wo.. + Leer más |
Qué feas que son las copias. Y todo lo pirata en general. Si recurrimos a ellas es por necesidad. Pero, como dice el slogan: prefiera un original (en este caso libros como "Conversación en La Catedral").Reseña completa: http://0enliteratura.blogspot.pe/2016/03/cinco-esquinas-mario-vargas-llosa.html#.VvlBMeLhC02
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Maravillosamente narrado, con un juego extraordinario del tiempo, las acciones y los personajes a la altura de muy pocos escritores. Esta obra cuenta la historia del sexenio de Odría en el Perú y lo hace a través de Cayo Bermúdez (personaje ficticio pero basado en un general de la época) y de Santiago Zavala (hijo de un miembro cercano al poder del dictador peruano). Libro largo y complejo que requiere de tiempo y de una lectura profunda, especialmente en la primera de las cuatro partes del texto. Brillante e imprescindible |
Pocas cosas tan chéveres en la vida como tomarse unas chelas ¿Quién no ha estado en un huarique asqueroso, de esos que se caen a pedazos, abstraído por completo de las preocupaciones, donde por un momento los problemas desaparecen conversando frente a un par de vasos de cerveza? Así, de manera espontánea, no con idioteces como el "Día del amigo".Esa es una de las tantas razones por las que esta novela es tan bacán, pues el texto discurre básicamente a través de la conversación de dos patas: Santiago Zavala "Zavalita" y el antiguo chofer de su padre, Ambrosio.Reseña completa: http://0enliteratura.blogspot.pe/2012/06/tarea-de-cole-3-conversacion-en-la.html#.VhKvzfl_Oko
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Mario Vargas Llosa ha dicho que, de verse en la necesidad de salvar una sola de sus obras, salvaría esta novela. Y, hasta ahora, le doy la razón, indudablemente, se trata de un imperdible del peruano. La novela se centra en la vida del Perú durante la dictadura de Odría: los círculos políticos, la represión y sus consecuencias; enfocándose en cuatro personajes eje: . La obra va y viene en el tiempo, salta de una conversación a otra, de una situación a una totalmente distinta, pero entrañablemente unida; los diálogos se entrelazan y mezclan y, incuestionablemente, la narrativa es muy compleja, pero durante toda la novela se van desentrañando las razones de los personajes, su pasado, su personalidad. Vargas Llosa crea una suerte de rompecabezas que el lector va armando conforme lee y descubre cómo unir las piezas. Por ello, se puede decir que la estructura narrativa es muy complicada y la lectura presenta un gran reto, pero está elaborada tan magistralmente que, de diálogo en diálogo, El Nobel recrea un amplísimo contexto lleno de situaciones tan diversas que, además de unirse a la perfección en complejas bien podrían abarcar la esencia humana; el poder, la necesidad del otro y de su aprobación, el amor, la libertad son solo algunos de los temas de esta maravillosa novela.
Enlace: https://www.instagram.com/ma.. + Leer más |
"¿En qué momento se había jodido el Perú?" Esta es la cita más famosa de la novela, una pregunta a la que el autor responde negando la existencia de un momento concreto y apuntando a una concatenación de circunstancias. No es una buena respuesta, pienso yo. La verdadera respuesta, aplicable al Perú y a cualquier otro país pasado, presente y futuro, es que nada se jodió, nacimos jodidos. O si no, piensen ustedes y díganme si ha existido algún lugar o tiempo donde las sociedades, sean dictatoriales o no, consistieran en otra cosa que no fueran combinaciones similares de Odrías y Cayo Mierdas, Fermines y señoras Zoilas, coroneles Espina, Arévalos o Landas, lacayos como Ludovicos, Hipólitos, Ambrosios o Trifulcios, bien intencionados como Aídas, Jacobos y Zavalitas, y acomodaticios tipo Musas, Quetas e Ivonnes , Amalias y Trinidades, Chispas y Tetés, Popeyes y Anas. Porque esta es una de las grandezas del relato de Llosa, la de tener la ambición de ser una novela total, de reflejar un mundo completo en el que, como en todo mundo, acaban abajo siempre los mismos. Y entretejido con aquella pregunta colectiva, el autor desarrolla una historia paralela e individual, la de Zavalita: “Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento.” También la novela es la búsqueda de ese momento, y tentado estoy de negar la mayor también en el caso personal del personaje, pero he de reconocer que en lo individual también juegan, y mucho, las circunstancias, y, aun así, es necesario más, porque en el Perú de aquellos años como en cualquier otro lugar y época “el que no se jode, jode a los demás” y la elección de ser uno u otro está muy limitada. “Doctor, doctor, tengo algo que se me sube y se me baja y no sé lo que es… Es un pedito loco, señora, usted tiene carita de poto y el pobre pedito no sabe por dónde salir. Lo que te friega la vida es un pedito loco, Zavalita.” Zavalita tiene metida la duda en el cuerpo, una enfermedad para la que no existen supositorios y por la que se pasaba “la vida haciendo cosas sin creer, toda la vida disimulando… Y toda la vida queriendo creer en algo… Y toda la vida mentira, no creo”, siempre en un ni de aquí ni de allí incómodo, ni proletario ni burgués, “solo una pobre mierdecita entre los dos”. “Años que se confunden, Zavalita, mediocridad diurna y monotonía nocturna, cervezas, bulines. Reportajes, crónicas: papel suficiente para limpiarse toda la vida, piensa. Conversaciones en el "Negro Negro", domingos con chupe de camarones, vales en la cantina de "La Crónica", un puñado de libros que recordar. Borracheras sin convicción, Zavalita, polvos sin convicción, periodismo sin convicción. Deudas a fines de mes, una purgación, lenta, inexorable inmersión en la mugre invisible.” Esta novela fue un cinco estrellas la primera vez que la leí, allá por el pleistoceno, y sigue siéndolo hoy, aunque las muchas novelas que uno se ha echado a la espalda entre ambas lecturas me hayan curtido de sobra para que la estructura faulkneriana de la novela, la forma en la que combina y entrecruza tiempos, hechos, conversaciones y puntos de vista, no me haya volado la cabeza como en aquellos tiempos. P.S. Pese a todo lo dicho, no puedo acabar el comentario sin decirle una cosita al señor Llosa: con lo generoso que es usted con las memorias históricas de algunos países, qué pena que con la del país que lo acogió sea usted tan malasangre. + Leer más |
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Para el escritor peruano, el master plan que inspira la novela es el modernismo probado por Joyce. Lo que hace es atomizar y luego reunir con maestría las voces de los personajes.
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Novela circular. Empieza donde acaba. Muy compleja al principio, y que al acabar, vale la pena releer de forma inmediata el primer capítulo. Es una novela de una calidad superior. Difícil encontrar algo de este nivel., los diálogos, las situaciones, la imaginación, los personajes, la vida creada en esta historia, te deja tocado y pensativo, después de leer la última frase. Siempre me acordaré de Zabalita, Ambrosio, Don Fermín...... Vargas Llosa es probablemente el mejor novelista del último siglo |
“Probablemente a mediados de los años cincuenta la perrera, el camión de la perrera se llevó a un perrito mío y yo fui a rescatarlo al Depósito Municipal de Perros que estaba en esa época cerca del puente del Ejército. Bueno, ahí descubrí un espectáculo horrendo y de alguna manera, reproducido en el principio de Conversación en La Catedral; cómo mataban a esos perros abandonados y a veces no abandonados sino robados. Bueno, yo conseguí rescatar a mi perrito pero salí descompuesto de allí y me metí al primer cafetín que encontré; el primer cafetín se llamaba La Catedral. Era un depósito y cuando estaba allí tomándome un café o una gaseosa se me vino de pronto la idea de darle a la novela como estructura esa columna vertebral: una conversación…” (Entrevista a Mario Vargas Llosa por el periodista Luis Felipe Gamarra, programa La Ventana Indiscreta, domingo 27 de julio de 2008). Uno Uno de Cuatro porque, a más de ser un libro-ladrillo de 600 y pico de páginas, está dividido en cuatro partes. Novela publicada en 1969 (¡cincuenta años ya!). (Nota mental que pasa a lo escrito: arranqué la presente reseña acompañado de la canción Afrodisiacos de Soda Stéreo). Nunca pensé que un autor en particular, al que no hace mucho tiempo tenía mis reservas de leerlo, se convertiría en -quizás con riesgo a equivocarme, mas no arrepentirme luego- uno de los que en mayor grado me han calado hondo. ¡Ay Varguitas!, querido y odiado a la vez. Bueno, si aún no lo leen les sugiero que para abordarlo, primero habría que hacer una importante separación obligada -por sanidad espiritual-, entre ESCRITOR (voz autoral, voz narrativa, creador, artista, etc.) así con mayúsculas porque se lo merece y figura pública, dentro de su contexto determinado y sus respectivos cambios a lo largo de los años, con sus pros y contras. Porque para acercarme al autor de la novela a la que hace honor esta reseña, he necesitado realizar tal distinción previa y, además, poner entre paréntesis “()” a esa figura pública -tóxica al decir de ahora y casi siempre polémica-, para disfrutar de su literatura a placer. Porque el tratamiento y técnicas que emplea en su prosa fueron el primer impulso que me acercó a él, es decir, disfrutar y aprender de su magistral estilo. Sobre todo aprehender. Y a decir de esta novela en particular, aprender y aprehender el cómo de esos brutales cambios de voces, experimentos narrativos bien logrados y la plasticidad del tiempo durante lo narrado. Diré que vale la pena tragarse orgullos y rencores con el fin de llegar a ese disfrute estético. Ahora sí manos a la obra. Santiago Zavala -o Vargas Llosa en su juventud-, Zavalita o Varguitas -que da lo mismo-, es el personaje principal. Trabaja en un diario y como yo trabajo en un diario, cómo no iba a engancharme desde el principio. Los acontecimientos se desarrollan en un Perú sumido en la dictadura de Manuel Odría (entre 1948-1956, el “Ochenio”) y aquí cabe decir que lo padecido por los peruanos es de suerte similar a lo padecido por casi la mayoría de latinoamericanos en algún momento de nuestras respectivas historias, con idiosincrasias locales incluidas; por eso se entiende a plenitud y por eso uno asume lo narrado como propio. Y si jalamos más la sábana (y esa fue una de las razones por las que le dieron el Nobel a Vargas Llosa), su diagnóstico y exposición del poder -casi que foucaltiano- permite apreciar los males sociales muy independiente de cualesquier nacionalidad que profese el lector. En la novela desfilan estratos sociales y lugares típicos: burgueses, sirvientas, obreros, capitalinos, costeños, serranos, cholos, afros, etc. Hasta ahora la principal invitación -y con la taladrante pregunta a cuestas que esboza Zavalita en un punto álgido de la novela: “¿en qué momento se había jodido el Perú?”, es tratar de responder en qué momento o por qué se jodieron los personajes, por qué se jodió esa sociedad podrida y por qué se jode uno mismo, o quién o qué nos jode y cambia nuestra vida para siempre. (Un pequeño paréntesis: La Catedral es el nombre de una cantina en donde se sienta Zavalita -adulto- con Ambrosio -un negro amigo del pasado-, a rememorar lo ido. Sus voces, dentro del diálogo de borrachos, van y vienen, vuelven y se insertan cada que pueden en varias páginas como esquirlas lacerantes. Pues no, La Catedral no es una Iglesia como yo pensé al principio). ¿Cuándo te jodiste Zavalita? Quizás cuando contradijiste los deseos de tu familia y te fuiste a matricular en el hervidero comunista de la Universidad de San Marcos, o cuando quisiste estrenarte con la empleada doméstica, tal vez cuando te ganó la timidez y no pudiste declararle tus sentimientos a Aída y te arrepentiste al verla de la mano con Jacobo, o cuando jugaste a ser comunista y jodiste de rebote a tu familia. Hasta el momento no hay una respuesta clara. Veamos después qué pasa. De esta primera parte me queda el enorme papel del, al principio, subestimado Ambrosio y su relación con personajes que resultan vitales en el desarrollo primigenio de la trama, ya que el negro no solo es el confidente e interlocutor principal en La Catedral, fue el amigo y empleado de Cayo Bermúdez y, a su vez, empleado de don Fermín, padre de Zavalita y eminente empresario amigo del régimen. También me queda la transformación que opera en el zorro Cayo Mierda quien, de amargado marido de una mujer fea y pequeño comerciante de un pueblito, Chincha, pasa a ser la mano derecha del mismísimo Odría. Quedo curioso sobre el destino de personajes secundarios como Amalia, la empleada, a la que le matan al marido los salvajes de Bermúdez. Dos (Arranco con la siguiente cita pertinente, dicha por Carlitos -compañero de Santiago Zavala en diario La Crónica-, mismo que asoma por el final de la primera parte y se convierte en el otro interlocutor de preferencia del protagonista: “Hay que ser un loco para entrar a un diario si uno tiene algún cariño por la literatura”). El tiempo narrativo durante toda la parte Dos está armonizado por la aparición de un pasado y presente en el acontecer de los personajes; pasado y presente que se intercalan, se sobreponen, se superponen entre ellos: a) el Zavalita de antes y después de estudiar en San Marcos, es decir, su etapa roja y su etapa en La Crónica como aprendiz de Becerrita de policiales; b) don Fermín aliado del régimen de Odría y amigo de Cayo Bermúdez, y don Fermín siendo perseguido político; c) Ambrosio empleado de Bermúdez y Ambrosio empleado de don Fermín -con la reconquista de Amalia de por medio- y lo mismo d) Amalia en casa de don Fermín y Amalia en casa de Bermúdez, al servicio de la “querida” de Cayo Mierda, a decir, la señora Hortensia -ex artista y ex dama de compañía que, curioso, veía a sus empleadas como iguales exigiéndoles solo que sean aseadas-. Lo que resalta con bríos en esta parte y se vuelve el centro galáctico-narrativo, desde donde orbitan los demás planetas, entendidos como esas pequeñas historias paralelas, es Cayo Bermúdez, Cayo Mierda -cayó mierda sobre el Perú-; un personaje extraído de la realidad pues estuvo inspirado en Alejandro Esparza Zañartu (La Tahona, 1901 - Lima, 1985) hombre de confianza, Ministro de Gobierno, mano derecha de Odría y encargado de la represión durante el Ochenio. Es Cayo Bermúdez quien da la voz y la vida al régimen -porque Odría ni figura en la novela-. Por él es que las páginas sudan lo que sucedió en aquella época: censura en radio y prensa, torturas y detenciones de los opositores -en especial apristas y comunistas-. En sus memorias Vargas Llosa cuenta que, de joven, siendo integrante de un círculo de estudio -bajo el nombre de Cahuide- organizado por el partido comunista peruano, él y sus compañeros tuvieron una entrevista con Esparza Zañartu, para pedirle permiso de llevar frazadas y colchones a sus amigos presos. Vaya sorpresa del muchacho Vargas Llosa, pues la tenebrosa y temida figura era una “mediocridad” -cholo resentido- sentado al frente de sus narices. al salir de la entrevista tuvo el pretexto perfecto y el leitmotiv para escribir Conversación en La Catedral. Tres Si quieren conocer la mecánica de los chanchullos, traiciones y negociados dentro de la política, en donde nadie es amigo de nadie y es de locos confiar en alguien, esta parte es la indicada. Advierto, habrá uno que otro spoiler necesario. En esta tercera parte asistimos al ocaso y caída de varios personajes, y dichas caídas son muy duras y dramáticas -en medio Vargas Llosa que entremezcla la historia y la ficción-. Los dos puntos neurales e históricos, que fungen como ejes tangenciales son la Rebelión de Arequipa de 1950 (encabezada por Zenón Noriega, El Serrano, que en la novela es llamado general Espina) y los sucesos en el teatro de Arequipa entre la Coalición Nacional -grupo oligárquico de opositores de Odría- y los contramanifestantes de Alejandro Esparza Zañartu -Cayo Bermúdez-. La tercera arranca con Zavalita, quien muy a su pesar y por haber llegado temprano al trabajo, tiene que ir a cubrir un homicidio. ¿Y quién es la víctima? Pues no otra que la ex querida de Bermúdez, caída en desgracia y vicios tras el abandono de su mecenas huido al exterior. Increíble pero muerta, otrora hermosa Hortensia, la Musa, la Reina de la Farándula. Y como se olía una buena nota para el periódico, Becerrita carga con Zavalita, un chofer y un fotógrafo a averiguar santo y seña del crimen; así como también la vida de Hortensia. al conseguir una entrevista con su íntima amiga, Queta, se responde una de las preguntas iniciales de la novela: ¿en qué momento se jodió Santiago Zavala?, pues se jodió -en sus propias palabras-, cuando Queta afirmó que Fermín Zavala, Bola de Oro, había mandado a matar a Hortensia. En ese instante opera una fuerte transformación en Zavalita, a pesar de una engañosa reconciliación con su familia, expresa lo siguiente de su papá -lo que resume bien su sentir-: “¿Bueno en su casa con sus hijos, inmoral en los negocios, oportunista en política, no menos, no más que los demás? (...) ¿Impotente con su mujer, insaciable con sus queridas, bajándose el pantalón delante de su chofer?”. Lo otro medular es que logran librarse de Cayo Mierda. En el acontecer histórico, la Coalición Nacional, liderada por Pedro Roselló, organiza un mitin en el teatro de Arequipa. Esparza Zañartu intenta frustrar el evento con el envío de contramanifestantes, matones y policías de civil. Los arequipeños les dan pelea con férrea voluntad y la Policía es enviada a reprimir con severidad. Este suceso desencadenaría en la caída de Esparza, y casi seguido, el fin de la dictadura. En la novela, como en Arequipa empezó la revolución de Odría, el plan de Cayo Bermúdez era impedir el mitin de la Coalición para que el país se diera cuenta que los arequipeños son odrístas y así se abriría cancha a las elecciones y la entrada triunfal del Partido Restaurador. Lo que no contaba es que el senador Arévalo y Lozano, indispensables en el plan, no mandaron la gente prometida. En inferioridad numérica y sin que llegue a tiempo la orden de cancelar las operaciones, sus matones son vapuleados dentro del teatro. Esto provoca la intervención de la Policía: bombas lacrimógenas en un espacio cerrado, heridos, muertos y la ira popular. La única vía para solucionar el problema es la renuncia de los ministros civiles y la instauración de un gabinete militar. Como ya nadie aguantaba a Bermúdez, chao Bermúdez. Cuatro Las dos cosas que me las llevo de colofón -muy aparte de las respectivas conclusiones necesarias a varias historias paralelas y las soluciones de conflictos pendientes e interrogantes antes no resueltas, además de la muerte de personajes a los que les faltaban varios capítulos por vivir-, son los casi dos años que Ambrosio va a desahogarse donde Queta y el viaje final de éste. Lo digo porque me resultó muy emotivo, empático y significativo que Ambrosio, ya de empleado de don Fermín, se haya envalentonado y haya reunido los 500 soles que le pide Queta para pagar por sus servicios; con la finalidad de sentirse un señor y, por al menos un instante, tratar de situarse al mismo nivel de vicios lujosos de su antiguo patrón, Cayo Mierda. No obstante es lapidario como Queta atraviesa todas las capas de Ambrosio para sacarle en cara que él, mientras peor le trataban más servil se volvía, salvo con don Fermín, a quien siempre le tuvo compasión, cariño y respeto; quizás porque su carácter era muy similar al suyo o porque él, siendo de otra clase social y siendo su jefe, lo llegó a tratar como a un amigo. Y así Ambrosio pierde todo y abandona Pucallpa rumbo a Lima, como aquella vez abandonó Chincha. Sin nada más que perder, sin un horizonte al que seguir y con la única certeza de que, pronto, cuando acabe la temporada de rabia y la cacería de perros, volverá a estar desempleado, de tumbo en tumbo hasta cuando también le llegue la muerte. + Leer más |
Gregorio Samsa es un ...