El amor comienza: 41 de Marie Luise Kaschnitz
Aquí y allá se ofrecía algo para vender y se congratulaban con un trago del vino que los labriegos habían traído consigo. A veces sacaban la panzuda bota de vino de debajo de sus asientos, la alzaban y al trasluz observaban con gozo el oro rojizo y alababan prolijamente la pureza de la cosecha propia.
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