Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
Revisó lo que tenía para leer en la mesa de luz pero no tenía ganas de ninguno de los libros, ni de los de poesía, que le gustaban más que todos aunque no los entendiera, porque a veces leer dos palabras juntas en voz alta, cuando causaban un efecto hermoso, le daba ganas de llorar.
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