¡Que me detengan! de Mariah Evans
Sin atisbo de duda, Vanessa superaba con creces sus expectativas, ya no solo físicamente, pues la primera vez que la había visto se había quedado prendado de ella, tanto en el atraco como al día siguiente en el juzgado. Ahora, además, debía añadir su forma de ser, la vulnerabilidad que desprendía, su porte, su sonrisa… Miguel resopló, fue hasta su habitación, colocó la frente en el armario empotrado y se dio unos golpecitos en ella. —No —Golpecito—. Te —Otro más—. Enamores de ella. |