Tierra de mujeres de María Sánchez
Yo no me crie en una tribu indígena, pero crecí rodeada de animales. Mi familia me dejó caerme, llenarme las rodillas de barro y heridas. Me enseñó a silbar y a correr tras el rebaño de cabras que teníamos, a aprender a apartar las jaras con las manos, a beber en el arroyo con un cacito de corcho, a ir a las gallinas con una cesta a por los huevos, a recoger verduras en el huerto y frutos de los árboles que plantaba mi abuelo por cada nieto que nacía. A apilar la leña, a vendar ramitas de los nuevos injertos que se hacían con retales de tela, a hacer queso fresco por las tardes con la leche que traían la noche anterior todos los cabreros del pueblo. Mi familia me enseñó a cuidar todo lo que me rodeaba, a ayudar a mis abuelos y a no cansarme nunca de oírlos. |