Una promesa de juventud de
María Reig
—¿Se ha preguntado alguna vez qué es el hogar, señorita Eccleston?— me cuestionó retóricamente—. Yo lo he reflexionado muchas veces. El hogar es un espacio simbólico al que siempre volvemos, en el que almacenamos recuerdos de nuestros logros y nuestros fantasmas. Es donde nos reunimos con quienes amamos, donde censuramos a los que detestamos. Es, probablemente, el único lugar en el que somos nosotros mismos; cuatro paredes que conocen lo mejor y lo peor de nuestra alma corrupta. Y eso, precisamente, fue St. Ursula para mí.