Una promesa de juventud de María Reig
Bueno, en mi opinión, el amor romántico tiene matices grotescos acentuados por novelas románticas y películas. Pero si hablamos de un amor sincero, saludable, compensado..., diría que uno lo sabe cuando es mejor con la persona a la que cree amar. Cuando aprende y lo anima a ser la versión que más le gusta de sí mismo. Y debe ser recíproco, por supuesto. Lo sabe también cuando una conversación es el obsequio más preciado del día y una sonrisa, el combustible para no perder el juicio. Cuando, de sentirse el ser humano más peculiar y solitario del universo, pasa a saberse acompañado y comprendido en medio de la locura. Cuando las palabras se quedan cortas si existen miradas o caricias. Cuando la sola idea de compartir le produce ese hormiguero que algunos llaman felicidad.
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