Un lugar a donde ir de María Oruña
Experimentaba con todo aquello que le ofrecía la vida, para sentir que no se había dejado por el camino ningún aire por respirar: amaba a hombres y a mujeres, buceaba en la investigación del medievo —que era su pasión—, pero también en otras disciplinas y materias que pudiesen darle sentido al mundo. Lo hacía de forma tranquila, pero con determinación, buscándole respuestas a todo.
|