Tú y otros desastres naturales de María Martínez
Seguir negando lo evidente era absurdo. Porque el amor nace aunque uno no quiera que ocurra. No hay un elixir que nos impida enamorarnos de otra persona ni una fórmula que ayude a la razón a ganar al corazón. Y los corazones suelen ser confiados, tontos y estúpidos, no aprenden de los errores. Lo dan todo, se lanzan con los brazos abiertos y los ojos cerrados.
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