Cruzando los límites de María Martínez
—Bien. ¡Pues quiero mi cuento! No necesito un palacio, pero una casa pequeñita con grandes ventanas por donde entre mucha luz para que pueda escribir estaría bien. Tampoco necesito un príncipe azul, prefiero al lobo fiero, engreído y gruñón. Pero lo que sí necesito, por encima de todo, es un final feliz. ¡Quiero que me des mi final feliz! —exclamó con tono vehemente.
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