Un cadáver en el jardín de Maria Lang
Ya no cabía la posibilidad de cerrar los ojos ante la evidencia y confiar en que las excavaciones de momias egipcias, algo menos conservadas, hubieran llevado a papá a tener visiones en una preciosa mañana de agosto en un idílico pueblecito de Suecia. Realmente había un cadáver en nuestro jardín, y los pájaros daban inquietos saltitos alrededor de él, al tiempo que parecían extrañarse de la prolongada inmovilidad de un ser humano. |