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/Yo he escrito toda la vida pero nunca he estado interesada en publicar y esta publicación salió por una razón muy especial. Hay un pintor muy importante en Italia que se llama Alessandro Kokocinski que es muy amigo de un amigo mío, este pintor estaba quedándose ciego y en una depresión tal que no se le ocurría nada para pintar y quería hacer una exposición antes de perder completamente la visión, entonces este amigo en común a quien yo había regalado unos cuentos me dijo si yo le autorizaba a que le diera uno porque mis cuentos eran tan terribles como las obras de él. Yo acepté y luego se hizo una gran exposición en Beijing y otra en Milán y cuando terminó pensamos que sería lindo que se hiciera un catálogo, se mandó eso al editor en un momento en el que se le declara cáncer terminal a Kokocinski, razón de más para que quisiéramos ver publicado este libro, el editor aceptó con la condición de que envíe tres cuentos más y yo insistí en que el libro se publique en vida de este gran pintor.
Nunca. Justamente cuando me hicieron la entrevista de este libro me preguntaron si Borges no quería que yo publicase. Todo lo contrario, él quería y de vez en cuando para que no se brotara (como yo llamaba a sus ataques de enojo), publicaba algo en un diario o una revista. A veces discutíamos por eso. Yo le decía que si él hizo camino a su modo, me dejara hacer el mío, a mi manera y mi manera no era la publicación. Escribir para mí es como bailar, me libero. Uno entra en otro carril y es fascinante pero con la publicación se termina convirtiendo en obligación, entran las exigencias y deja de ser un paseo.
Cuando Borges partió, fueron a Ginebra, todos los agentes para obtener los derechos de su obra. Yo no tenía idea de esas cosas y fui con un abogado. Estuvo Carmen Balcells, me decían que no me quedara con ella porque era comunista. Balcells era tan comunista como yo marciana, la cosa no se concretó y pasaron muchos agentes con los que hubo inconvenientes, hasta que Aurora,a la primera esposa de Cortázar, me dio el teléfono del único agente que no fue a sacar provecho en Ginebra y es él quien maneja todo. Yo no entiendo nada ni quiero entrar en ese mundo que no me interesa.
Lamentablemente, no puedo hablar de la literatura contemporánea ni argentina ni de ningún país. Mi vida la paso revisando tesis de doctorado y trabajos que me mandan, preparando conferencias, viajando, no me da tiempo.
Lo que sí releeo, cuando puedo en medio de esta vida alocada, son las tragedias griegas y cuando uno lee eso se da cuenta que lo que viene después es nada. Nadie hizo la mejor disección del alma humana que los trágicos griegos, es alucinante. Cuando Borges murió un periodista me preguntó qué había sido Borges para mí y yo encontré en la Ilíada la respuesta perfecta, es la que Andrómaca le dice a Héctor cuando éste va a luchar con Aquiles y va a morir «Héctor, tú eres para mí mi padre, mi señora madre y mis hermanos pero, sobre todas las cosas, eres el amor que florece».
Lo que se siente en la obra de Borges, esencialmente lo que él era, una persona ética. Eso se transmite en su obra, lo que era fundamental en él. Yo nunca me voy a olvidar esta historia, un día teníamos que ir a Chile y lo llaman de Suecia, Borges tenía que recibir el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile, Pinochet estaba de presidente. Borges respondió la llamada de esta manera «Señor yo le agradezco muchísimo lo que acaba de decirme pero hay dos cosas que un hombre no puede permitir sobornar o dejarse sobornar señor, iré a Chile, muchas gracias». El hombre le decía que si no iba a Chile le otorgaban el Premio Nobel.
Textos de la escritora argentina María Kodama.
Gregorio Samsa es un ...