Loxandra de María Iordanidu
Loxandra jamás lloró paraísos perdidos. Tampoco buscaba ir al encuentro de la felicidad. Era la felicidad la que llegaba en busca de Loxandra. Y se presentaba de repente, en los momentos más inesperados.
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Loxandra de María Iordanidu
Loxandra jamás lloró paraísos perdidos. Tampoco buscaba ir al encuentro de la felicidad. Era la felicidad la que llegaba en busca de Loxandra. Y se presentaba de repente, en los momentos más inesperados.
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Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
¡Qué alto era el cielo allí! Y qué azul tan claro tenía.
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Loxandra de María Iordanidu
No iba a casarse por su propio bienestar, sino por el de sus hijos, por lo tanto podía llamar a una casamentera, decirle sin tapujos lo que quería, y no sentir vergüenza o temor a ser malinterpretado por su mal gusto. Su segunda esposa debía ser, por encargo, de buen corazón, sana, íntegra, buena cocinera, «en ningún caso intelectual ni sensible, y de ser posible entradita en carnes». E insistió tanto en este último punto que la casamentera se compadeció de él y puso todo su empeño en la búsqueda. Pobre, debía estar necesitado. Y apareció la mujer que Dimitrós había pedido. Se llamaba Loxandra. |
Loxandra de María Iordanidu
"Porque en aquellos "buenos viejos tiempos" en los que ataban a los perros con longanizas, las personas velaban por su casita y por su propio bienestar y creían que el mundo siempre sería tal y cómo era entonces"
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Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
Puesto que nacimos pecadores, hemos de sufrir por nuestros pecados, y quien más nos hace sufrir es quien más desea nuestro bien.
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Loxandra de María Iordanidu
Cuando Dimitrós vio entrar en la habitación a Loxandra, una mujer briosa, de espalda ancha y piernas largas, sólida como una columna dórica, que llevaba en la mano una bandeja repleta de dulces, se sintió feliz. Le gustaron sus cabellos negros, su cráneo bien torneado y su mandíbula fuerte. Loxandra tenía entonces treinta años. |
Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
"Rasputín,aquella temible bestia,había dejado de existir.Rusia estaba salvada.Lo había matado el príncipe Félix Yusúpov,conde de Sumar´kov-Elston,junto con el gran duque Dimitri Pávlovich.Primero lo emborracharon y luego le pusieron cianuro de potasio en el vino.Rasputín se lo bebió y se relamió, y quiso más.Sacaron sus pistolas y le dieron varios tiros en la cabeza.Nada.Rasputín como si se hubiera tragado una estaca.Le descargaron varios balazos en el pecho y en la espalda.Nada.Lo enfundaron en un saco,se subieron y bailaron el Kazachok encima de él.Para mayor seguridadse llevaron arrastrando el saco y lo lanzaron al río Nevá".
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Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
Así fue como Ana partió de Constantinopla a finales de julio de 1914. Se fue por un mes y se borró de la faz de la tierra por cinco años. Era como si el mar Negro se la hubiera tragado. Las rocas Simplégades se cerraron tras su paso.
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Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
En momentos de una felicidad tan grande, el hombre perdona y es perdonado.
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Vacaciones en el Cáucaso de María Iordanidu
No se había cumplido un año todavía de que Ana había pisado por primera vez aquellas tierras, cuando se produjo lo inevitable: Rusia se la tragó, sin que Ana se diera cuenta.
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