Sira de María Dueñas
Aún así, tuve la sensación de que algo las unía y por unos instantes sospeché con ingenuidad que quizá dentro de las venas de las súbditas de su graciosa majestad corría una sangre distinta a la nuestra: no recordaba haber conocido a ninguna compatriota española tan osada, expeditiva y resuelta. Aunque quizá todo se debía, concluí , a que a ellas nunca les había amordazado nadie el pensamiento.
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