El valle oscuro de María Andrea Tomé
Piel contra piel. Podía contar las pecas que cuarteaban sus mejillas y podía repasar con el índice las cicatrices que dividían su labio superior y su ceja izquierda. Podía preguntarle por las historias que se escondían detrás de cada corte. Podía dibujar una constelación uniendo los lunares de su cuello. Podía construirme una casita en su risa y quedarme a vivir allí, donde la muerte no podía tocarme.
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