El valle oscuro de María Andrea Tomé
A Momoko le parecía que, en la penumbra, su ojos ciego brillaba plateado y viscoso. A mí me parecía que el ojo ciego de Momoko recordaba mucho a las espléndidas kaika, las luces de los espíritus, o a las monedas que se ofrecen en el templo a cambio de un deseo.
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