El cuento de la criada de Margaret Atwood
El dolor deja una marca demasiado profunda como para que se vea, una marca que queda fuera del alcance de la vista y de la mente.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
El dolor deja una marca demasiado profunda como para que se vea, una marca que queda fuera del alcance de la vista y de la mente.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
«Mejor» nunca significa mejor para todos, comenta. Para algunos siempre es peor.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
El momento de la traición es lo peor, el momento en que uno sabe, más allá de toda duda, que ha sido traicionado: que otro ser humano le ha deseado a uno tantas desgracias.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Uno más uno más uno más uno no es igual a cuatro. Cada uno sigue siendo único, no hay manera de unirlos. No se pueden cambiar el uno por el otro. No se pueden reemplazar uno por otro.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Para nosotras, ella es una presencia mágica, un objeto de envidia y de deseo, de codicia. Ella es como una bandera en la cima de una montaña, la demostración de que todavía se puede hacer algo: nosotras también podemos salvarnos.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Le gustaba saber ese tipo de detalles, la procedencia de las palabras y sus usos menos corrientes.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
(...) un espejo redondo, convexo, de cuerpo entero, como el ojo de un pescado, y mi imagen reflejada en él como una sombra distorsionada, una parodia de algo, como la figura de un cuento de hadas cubierta con una capa roja, descendiendo hacia un momento de indiferencia que es igual al peligro. Una Hermana, bañada en sangre.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Éste es el tipo de detalles que les gusta: arte popular, arcaico, hecho por las mujeres en su tiempo libre con cosas que ya no sirven. Un retorno a los valores tradicionales. No consumir, no desear. Si no consumo, ¿por qué, a pesar de ello, deseo?
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Intento no pensar demasiado. Como el resto de las cosas, el pensamiento tiene que estar racionado. Hay muchos que no soportan pensar. Pensar puede perjudicar tus posibilidades, y yo tengo la intención de resistir.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Si al menos nos miraran, si pudiéramos hablarles… Creíamos que así podríamos intercambiar algo, hacer algún trato, llegar a un acuerdo, aún nos quedaban nuestros cuerpos… Ésta era nuestra fantasía.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Defred registra su historia como buenamente puede; luego la esconde, con la confianza de que, con el paso de los años, la descubra algún ser libre, capaz de entenderla y compartirla. Es un acto de esperanza: toda historia registrada presupone un futuro lector.
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Ojo de gato de Margaret Atwood
Las niñas pequeñas sólo son chiquitas y adorables para los adultos .Entre ellas no son adorables en absoluto.Son de tamaño natural.
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Penélope y las doce criadas de Margaret Atwood
Siempre es una imprudencia interponerse entre un hombre y la imagen que tiene de sí mismo.
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Los testamentos de Margaret Atwood
Los totalitarismos pueden desmoronarse desde dentro, cuando fracasan en el cumplimiento de las promesas que los llevaron al poder; o pueden atacarse desde fuera; o ambas cosas. No hay fórmulas certeras, dado que muy poco en la historia es inevitable.
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La semilla de la bruja de Margaret Atwood
Una tormenta en alta mar, oirán gritos igual que en una pesadilla, pero no todo es lo que parece, no digo más. Bienvenidos a La Tempestad.
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Los testamentos de Margaret Atwood
Una persona sola no es una persona completa: existimos en relación a los demás.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Cae la noche. O ha caído. ¿Por qué la noche cae, en lugar de levantarse, como el amanecer? Porque si uno mira al este, al ocaso, puede ver cómo la noche se levanta, en lugar de caer; y la oscuridad elevándose en el cielo, desde el horizonte, como un sol negro detrás de un manto de nubes. Como el humo de un incendio invisible, una línea de fuego exactamente debajo del horizonte, una pincelada de fuego o una ciudad en llamas. Tal vez la noche cae porque es pesada, una gruesa cortina echada sobre los ojos. Un manto de lana. Me gustaría ver en la oscuridad mejor de lo que veo.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
¿Así vivíamos entonces? Pero llevábamos una vida normal. Como casi todo el mundo, la mayor parte del tiempo. Todo lo que ocurre es normal. Incluso lo de ahora es normal. Vivíamos, como era normal, haciendo caso omiso de todo. Hacer caso omiso no es lo mismo que ignorar, hay que trabajar para ello.
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Maddaddam de Margaret Atwood
En su día —largo tiempo atrás, brevemente—, las especulaciones sobre la suerte del mundo una vez que el ser humano perdiera el control fueron una forma bastante morbosa de entretenimiento popular. Incluso hubo programas de televisión en la red dedicados al tema en los que aparecían imágenes generadas por ordenador de ciervos pastando en Times Square, así como expertos que aleccionaban a los espectadores sobre las erróneas decisiones tomadas por la especie humana y añadían que nos lo habíamos ganado a pulso.
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¿En qué año se publicó originalmente?