El cuento de la criada de Margaret Atwood
En tiempos de la anarquía, se os concedían ciertas libertades. Ahora se os concede vivir libres de según qué cosas. No lo menospreciéis.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
En tiempos de la anarquía, se os concedían ciertas libertades. Ahora se os concede vivir libres de según qué cosas. No lo menospreciéis.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Somos matrices con patas, eso es todo: somos recipientes sagrados, cálices ambulantes.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Todas las noches, cuando me voy a dormir, pienso: Mañana por la mañana me despertaré en mi propia casa y todo volverá a ser como antes. Esta mañana tampoco ha ocurrido. |
El cuento de la criada de Margaret Atwood
Será más sencillo para las que vengan detrás de vosotras. Ellas aceptarán las obligaciones de buena gana. Pero no decía: Porque no habrán conocido otro modo de vida.
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Alias Grace de Margaret Atwood
…Después me prestó su enagua de franela roja hasta que yo tuviera una y me enseñó cómo doblar y sujetar los paños y me dijo que algunos lo llamaban "La maldición de Eva", cosa que a ella le parecía una estupidez, ya que la verdadera maldición de Eva era tener que aguantar las idioteces de Adán que, en cuanto surgió un problema, le echó toda la culpa a ella.
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Alias Grace de Margaret Atwood
Aquella noche yo dormí con Nancy; antes de retirarnos, McDermott me dijo que había decidido matar a Nancy con un hacha cuando estuviera acostada. Le supliqué que no lo hiciera aquella noche, porque podría matarme a mí en su lugar. Maldita sea -exclamó él- pues entonces la mataré mañana muy temprano. El sábado me levanté con el alba y, cuando entré en la cocina, McDermott estaba limpiando los zapatos y el fuego ya estaba encendido. Me preguntó dónde estaba Nancy, le contesté que vistiéndose. ¿La vas a matar esta mañana?, le pregunté. Me contestó que sí. Por el amor de Dios, McDermott, le dije, no la mates en la habitación, pondrás el suelo perdido de sangre. Bueno, contestó, pues no la mataré allí, pero le daré con el hacha en cuanto salga.
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La semilla de la bruja de Margaret Atwood
Señor Duke, señor Duke. Es usted demasiado abstracto, estamos hablando de personas reales. No son cifras en su teoría estética del teatro, no son ratones de laboratorio, no son marionetas, tenga un poco de respeto. Pues claro que tengo respeto, responde en silencio Félix. Respeto el talento; el talento que de otro modo estaría oculto, y que es capaz de convocar el ser y la luz a partir del caos y la oscuridad. Para ese talento tengo tiempo y espacio; le permito tener un sitio y un nombre por muy efímeros que puedan ser, pero todo el teatro es efímero. Es el único respeto que reconozco. |
El cuento de la criada de Margaret Atwood
Como todos los historiadores sabemos, el pasado es una gran tiniebla llena de resonancias. Desde ella pueden llegarnos algunas voces; pero lo que nos dicen está imbuido de la oscuridad de la matriz de la cual salen. Y, por mucho que lo intentemos, no siempre podemos descifrarlas e iluminarlas con la luz prístina de nuestro propio tiempo.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
¿Mejor?, repito en voz baja. ¿Cómo es posible que crea que esto es mejor? Mejor nunca significa mejor para todos, comenta. Para algunos siempre es peor |
El cuento de la criada de Margaret Atwood
El momento de la traición es lo peor, cuando uno sabe, sin lugar a dudas, que ha sido traicionado, que otro ser humano le ha deseado la desgracia
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Eso es lo que uno tiene que hacer antes de matar, pensé: crear un eso donde antes no había nada. Primero se hace mentalmente y luego en la realidad
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Cómo íbamos a saber que éramos felices, incluso entonces? Porque al menos teníamos eso: nuestros abrazos
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Evito mirar mi cuerpo, no tanto porque sea algo vergonzoso o impúdico, sino porque no quiero verlo. No quiero mirar algo que me determina de forma tan absoluta.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
hay tiempo de sobra. Ésta es una de las cosas para las que no estaba preparada: la cantidad e tiempo vacío, los largos paréntesis de nada. El tiempo como un sonido blanco.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Vivíamos, como era normal, haciendo caso omiso de todo. Hacer caso omiso no es lo mismo que ignorar, hay que trabajar para ello.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
La noche es para mí, me pertenece; puedo hacer lo que quiera, siempre que me quede callada. Siempre que no me mueva. Siempre que me estire y me quede inmóvil. Hay diferencia entre estirarse y tirarse. Tirarse siempre es algo pasivo.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Me gustaría creer que esto no es más que un cuento que estoy contando. Necesito creerlo. Debo creerlo. Los que pueden creer que estas historias son solo cuentos tienen mejores posibilidades.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
La humanidad es muy adaptable, decía mi madre. Es realmente sorprendente la cantidad de cosas a las que puede acostumbrarse la gente siempre que exista alguna compensación.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Allí fuera, o dentro de mi cabeza, reina la misma oscuridad. O la luz.
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¿En qué año se publicó originalmente?