El asesino ciego de Margaret Atwood
Pero ¿qué es un memorial si lo piensas bien sino una conmemoración de las heridas soportadas? Soportadas y motivo de resentimiento. Sin memoria no puede hacer venganza.
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El asesino ciego de Margaret Atwood
Pero ¿qué es un memorial si lo piensas bien sino una conmemoración de las heridas soportadas? Soportadas y motivo de resentimiento. Sin memoria no puede hacer venganza.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
(...) el pasado es una gran tiniebla llena de resonancias. Desde ella pueden llegarnos algunas voces; pero lo que nos dicen está imbuido de la oscuridad de la matriz de la cual salen. Y, por mucho que lo intentemos, no siempre podemos descifrarlas e iluminarlas con la luz prístina de nuestro propio tiempo.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Estoy triste, la manera de hablar de ambos es infinitamente triste: una música que se desvanece, flores de papel que se marchitan, raso desgastado, el eco de un eco. Todo ha terminado, ya nada es posible. Repentinamente me echo a llorar.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
El tiempo no ha quedado estancado. Me ha mojado, me ha erosionado, como si yo no fuera más que una mujer de arena abandonada por un niño descuidado cerca del agua. Para ella he quedado borrada. Ahora sólo soy una sombra lejana en el tiempo, detrás de la superficie lisa y brillante de esta fotografía. La sombra de una sombra, que es lo que terminan siendo las madres muertas. Se ve en sus ojos: no estoy allí.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Las madres nunca se ajustan absolutamente a la idea que un niño tiene de lo que debería ser una madre, y supongo que en el caso inverso ocurre lo mismo. Pero a pesar de todo, no nos llevábamos mal, la mayor parte del tiempo lo pasábamos bien. Me gustaría que estuviera aquí, para decirle que al final lo he descubierto. |
El cuento de la criada de Margaret Atwood
Pero si llegas a ser un hombre, alguna vez, en el futuro, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda que el perdón también es un signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
En una situación apurada, el deseo de vivir se aferra a objetos extraños.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Deseo que alguien me abrace y pronuncie mi nombre. Quiero ser valorada de un modo en que ahora nadie lo hace, quiero ser algo más que valiosa.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Me digo a mí misma que no importa, el nombre es como el número de teléfono, sólo es útil para los demás; pero lo que me digo a mí misma no es correcto, y esto sí que importa. Guardo este nombre como algo secreto, como un tesoro que algún día desenterraré. Pienso en él como si estuviera sepultado. Está rodeado de un aura, como un amuleto, como un sortilegio que ha sobrevivido a un pasado inimaginablemente lejano. Por la noche me acuesto en mi cama individual, cierro los ojos, y el nombre flota exactamente allí, detrás de mis ojos, fuera del alcance, resplandeciendo en la oscuridad.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Solía desdeñar este tipo de conversación. Ahora la deseo ardientemente. Al menos es una conversación, una manera de intercambiar algo.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Sé lo que quieres decir, afirmaríamos. O, utilizando una expresión que aún se oye en boca de la gente mayor: Oigo de dónde vienes, como si la voz misma fuera un viajero que llega de algún lugar lejano. Que podría serlo, que lo es.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Así empezamos todos los que escribimos: leyendo. Oíamos la voz de un libro que nos hablaba.
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Los testamentos de Margaret Atwood
Sorprende comprobar con qué rapidez se pierde la entereza en ausencia de otras personas. Una persona sola no es una persona completa: existimos en relación a los demás. Sola, me arriesgaba a no ser nadie.
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Penélope y las doce criadas de Margaret Atwood
¿En qué me convertí cuando ganó terreno la versión oficial? En una leyenda edificante: un palo con el que pegar a otras mujeres. ¡No sigáis mi ejemplo! me gustaría gritaros al oído! pero cuando lo hago, parezco una lechuza. |
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Qué fácil es lastimar un cuerpo y maltratarlo, solo es agua y sustancias químicas, poco más que una medusa secándose en la arena.
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Nueve cuentos malvados de Margaret Atwood
" Ven al jardín, Maud", solía decirle justo antes de irse a la cama. La ponía enferma que dijera eso.
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El cuento de la criada de Margaret Atwood
Nadie muera por falta de sexo. Es por falta de amor por lo que morimos. Aquí no hay nadie a quien yo pueda amar, toda la gente a la que yo amo está muerta, o en otra parte.
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El asesino ciego de Margaret Atwood
Hundes una pala en la tierra, prácticamente en cualquier parte, y lo que sale a la luz siempre es horrible.
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¿En qué año se publicó originalmente?