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El asesinato de Sócrates de Marcos Chicot
Se quedó mirando a la mesa, sonriendo, y sus ojos se desplazaron hacia la pequeña cerámica alargada que le había regalado Jantipa el día de su boda. La superficie blanca mostraba una escena nupcial. Casandra tomó la cerámica y le dio la vuelta. En la parte de atrás, una sirena con su rostro volaba hacia un lugar desconocido. Todos los días contemplaba un rato aquel dibujo. Le hacía soñar que escapaba de la maldición de su destino, como Dédalo e Ícaro con sus alas de cera, y le hacía sentirse en contacto con Perseo.
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