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Fidelidad de Marco Missiroli
Le había escrito y él le había contestado en tono formal, excepto por los puntos suspensivos que cerraban la frase en la que le decía que se verían el lunes en fisioterapia. Carlos le había dicho en una ocasión que los puntos suspensivos son una debilidad: los escritores los usan cuando vacilan en la página. Luego había leído 'Travesuras de la niña mala' y se había dado cuenta de que los puntos suspensivos significaban otra cosa. Las almas de Vargas Llosa los usan como preludio de las revoluciones. Tres puntitos para una alianza amorosa. Tres puntitos para una revuelta política. Tres puntitos para seducir al otro.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Había extendido el deseo más allá de su matrimonio, si hubiera intentado volver a confinar lo habría terminado por convertir a su mujer en una especie de parche. Margherita era la felicidad, de eso tenía la certeza. Pero ahora percibía también una zona franca que se delimitaba de forma sólida, caprichosa, irrefutable: esa parte de su mente emanaba energía cada vez que acariciaba la idea de Sofía. Sofía ahora, quién sabe quién en un futuro. La otra felicidad. Se había preguntado si el factor desencadenante era quizá el cansancio del matrimonio, había llegado a la conclusión de que quería acabar de una vez con la historia esa de la compensación afectiva. Su mujer le proporcionaba felicidad, una felicidad maravillosa. Sofía le proporcionaba felicidad, una felicidad maravillosa.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Eso era él, detenerse el momento antes, disfrutar con la imaginación, lamer el ajuste de cuentas y refugiarse enseguida en la intimidad familiar.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Carlo le había dicho en una ocasión que los puntos suspensivos son una debilidad: los escritores los usan cuando vacilan en la página. Luego había leído Travesuras de la niña mala y se había dado cuenta de que los puntos suspensivos significaban otra cosa. Las almas de Vargas Llosa los usan como preludio de las revoluciones. Tres puntitos para una alianza amorosa. Tres puntitos para una revuelta política. Tres puntitos para seducir al otro.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Si te la hubieras follado, te la habrías quitado de en medio. O me habrías quitado de en medio a mí. O yo te habría quitado de en medio a ti. Pero no recibirías mensajes que te sobresaltan mientras estás con tu mujer en su cama de cuando era joven viendo "Una jornada particular".
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Tenerlo todo de Marco Missiroli
La crisálida: el momento antes de apostar fuerte. Ajustar la postura, la presión de las yemas de los dedos sobre las fichas, la ausencia de pensamientos. Olvidar quién eres.
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Actos obscenos en lugar privado de Marco Missiroli
Lo obsceno es el tumulto privado que todos poseemos, pero sólo las personas libres lo viven. Se llama “existir”, y a veces se convierte en sentimiento.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Creía haber superado el cliché de la traición, la necesidad fisiológica de la traición, la evasión de la traición, la curiosidad de la traición, la respuesta a una satisfacción que revelaba la traición. ¿Y si traicionar, para él, hubiera sido el modo de volver a serle fiel?
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Fidelidad de Marco Missiroli
"Había extendido el deseo más allá de su matrimonio, si hubiera intentado restringirlo de nuevo habría acabado considerando a su mujer un premio de consolación. Margherita era la feliticidad, él se daba cuenta sin duda alguna. Pero era consciente, también, de una zona franca que se había delimitado de forma firme, caprichosa, irrefutable: esa parte de su mente se liberaba cada vez que se acercaba a la idea de Sofía. Ahora era Sofía, vete a saber quién sería en el futuro. La otra felicidad. Se había preguntado si el factor desencadenante era el cansancio respecto a su matrimonio, había llegado a la conclusión de que estaba harto de aquella historia de la compensación afectiva. Su mujer le procuraba alegría, una alegría magnífica, Sofía le procuraba alegría, una alegría magnífica."
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Fidelidad de Marco Missiroli
La cafeterías se había convertido en una bodega y ella en una mujer celosa pero con sentido común, era extraño revisar el pasado y encontrarlo correcto. Si se había convertido en eso, si se habían convertido en eso, todo había tenido un significado.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Lo único que le importaba a Carlo era el teléfono en el bolsillo y el tiempo que iba transcurriendo. Llegaría puntual a la cita, le diría a su mujer que quería estar solo, pasear, no era la primera vez que lo hacía al salir de casa de sus padres. Mientras dejaba que le llenaran el plato de arroz, mientras brindaban por los próximos cien años de Loretta Pentecoste, la idea de Sofia le provocaba una aguda presión en el esternón. Si hubiera renunciado a ella, si le hubiera escrito que no podían verse porque de repente le había surgido un imprevisto, si hubiera borrado su número de la agenda, si la hubiera imaginado en Rímini para siempre, si hubiera limitado el cosquilleo al frenillo y la taquicardia al cuello, si hubiese encauzado esas energías hacia su mujer, follándosela salvajemente como solo ellos sabían hacer, yendo al cine o a cenar fuera, legitimando sus proyectos de familia, quizá un hijo, sí, un hijo desde luego, si hubiese hecho todo eso. La verdad era que había comprendido hasta qué punto transmigraba el impulso erótico: era de un cuantitativo exacto, dárselo a una significaba quitárselo a la otra, dárselo a las dos significaba una parte para cada una.
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Fidelidad de Marco Missiroli
Cuidar el pacto, construir la relación, expresar devoción: un léxico que en literatura era síntoma de ingenuidad pero que lo crucificaba a la prueba de los hechos.
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Marco Missiroli
Poco a poco había ido viendo aquellas experiencias como algo necesario —una formación personal— y ahora las repasaba mentalmente como si fueran luces débiles, casi acotaciones: había sentido la necesidad, había sido capaz de hacerlo. Ahora creía haber superado el cliché de la traición, la necesidad fisiológica de la traición, la evasión de la traición, la curiosidad de la traición, la respuesta a una satisfacción que revelaba la traición. ¿Y si traicionar, para él, hubiera sido el modo de volver a serle fiel a Margherita?
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Fidelidad de Marco Missiroli
Si de verdad Carlo no había tenido a Sofía, si de verdad él no había agotado el deseo de poseer a aquella mujer, si aquella mujer no había agotado el deseo de poseer a Carlo, entonces Sofia Casadei era un tiempo presente. Porque había algo que ella sabía: su propia consumación había sido desear a Andrea y tenerlo, para después no desearlo más.
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¿De qué nacionalidad es Edgar Allan Poe?