Diez mujeres de Marcela Serrano
Cuando llegué donde Natasha yo sabía que mi terapia era de vida o muerte: debía cortar de raíz la línea materna, detener la repetición. Entiéndame, no es un problema de genes o de ADN, es un tema de traspaso en la crianza. Todo estaba confabulado para que yo misma fuera perversa, una abusadora o maltrata dora. Sin saberlo, acudí a una enorme energía interna, me casé y tuve hijos, luchando cada día por ello, cada día. A veces me pregunto de dónde saqué esa energía. […] Creo que fue el instinto, el puto instinto. Yo no tenía una imagen interna de cómo era una familia normal. La verdad es que soy un milagro. |