Después de la lluvia de Mar Carrión
Amy se retiró el agua que le cegaba los ojos y se metió el cabello detrás de las orejas. El juego de luces y sombras, así como las gotas de lluvia que en su caída iban cincelando los rasgos adustos de Zack, le daban un aspecto fiero mientras le recorría el rostro con la mirada. —No lo soporto. —Acercó la cara a la suya asustadiza y le espetó las palabras—. ¡No soporto que otro hombre te mire como yo te miro, te toque como yo deseo tocarte, y mucho menos que te bese como yo necesito besarte! Así que mírame a los ojos y repíteme lo que has dicho antes. El eco de sus palabras amartilló de pleno en su corazón, dejándola tan impactada que tardó varios segundos en contestar. Cuando por fin lo hizo, le salió un hilillo de voz. |