Sergio de Manuel Mujica Lainez
... entró llorando, se arrojó a los pies de la judía hermosa, se besaron, se perdonaron, se amaron, se mixturaron, compartieron las horas mejores de sus existencias sensuales y, si al separarse sintieron el doble aguijón de explicables remordimientos, comprendieron que sería imposible, imposible, imposible que Judith partiese porque el amor, el AMOR es más fuerte que cualquier sentimiento y cualquier referencia biográfica.
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