Apocalipsis Z. La ira de los justos de Manel Loureiro
Ni siquiera oyó el disparo. Lo único que notó fue un golpe muy fuerte en la espalda y a continuación calor, mucho calor. De repentesus brazos empezaron a pesarle como el plomo, y sus piernas se transformaron en barras de mantequilla derretida. Quiso volver la cabeza mientras caía hacia delante, pero fue incapaz. |