La primera mano que sostuvo la mía de Maggie O'Farrell
Los árboles de esta historia empiezan a agitarse, tiemblan, se recolocan. Soplan unas ráfagas de brisa marina y se diría que los árboles, por su inquietud, por la impaciencia con la que mueven la copa, supieran que va a pasar algo.
|