Todos somos villanos de M.L. RIO
La indignación moral que deberíamos haber sentido había sido anulada, suprimida como un rumor desagradable antes de que pudiese ser escuchado. Parecía que hiciéramos lo que hiciéramos -o, de forma más crucial, lo que dejáramos de hacer-, si lo hacíamos juntos, nuestros pecados individuales tal vez disminuirían. No hay mayor consuelo que la complicidad.
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