Caballo de batalla de Michael Morpurgo
El fuego de artillería era continuo por ambos lados. Siguió rugiendo todo el día por encima de nuestras cabezas mientras los ejércitos continuaban lanzando a sus hombres a luchar en tierra de nadie. Los heridos que podían caminar avanzaban en tropel por los caminos. Ya había visto aquellas caras grisáceas mirándonos desde debajo de sus cascos en alguna parte. Lo único distinto eran los uniformes: ahora eran grises con adornos rojos, y los cascos ya no eran redondos con ala ancha.
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