Agatha Raisin y la quiche letal de M.C. Beaton
Por primera vez en su vida, supo lo que era la soledad, y la asustó. Desde las ventanas de la cocina, en la parte de atrás de la casa, disfrutaba de una vista de los montes Cotswold, que se alzaban apartándola del mundo bullicioso y comercial, enclaustrándola como si fuera una desconcertada criatura extraterrestre bajo el tejado de paja de su casa, separada de la vida exterior. La vocecita que había gritado: «Pero ¿qué he hecho?» se convirtió en un clamor." |