Como fuego en el hielo de Luz Gabás
Envidio a los hombres. Podéis maldecir, disparar vuestras armas, montar en vuestros caballos y partir al galope por esos caminos para gritar vuestro dolor o, quizá, para encontraros con la mujer a la que amáis y rogarle que vuelva con vosotros sin que nadie os critique por arrastrados. Como si vuestro sufrimiento fuera inmensamente mayor que el de las mujeres.
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