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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Hay que comer. Hay que comer, por el medio que sea. Para el estómago, todos los medios son lícitos y admisibles. Es sobradamente sabido que el estómago es amoral.
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Calificación promedio: 5 (sobre 42 calificaciones)
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Hay que comer. Hay que comer, por el medio que sea. Para el estómago, todos los medios son lícitos y admisibles. Es sobradamente sabido que el estómago es amoral.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Habla el enemigo, a quien se odia y se teme, y de quien no se puede prescindir. Habla autoritario, soberbio. Seguro de ser obedecido. Seguro de la sumisión absoluta de "su" personal. Él es la gran llave del estómago de cada uno de aquellos débiles seres y cada chiquillo de cada mujer inherente a tales seres infortunados. Es el enemigo que a veces hace demagogia de ocasión: "El patrono y el obrero son un solo cuerpo". (No tiene en cuenta que lo que él come no le nutre al complemento de su cuerpo -el jornalero-). El enemigo está viendo durante un cierto número de años -muchos, por lo general- el torso encorvado de "su" cuerpo; encorvado por la penuria, humillado. Una vez advierte que en sus sienes hay pelos blancos, que sus miembros enmohecen. "Tú ya no me sirves". Y a otra cosa. Ahí se queda el pobre cuerpo, con su vejez sobre la espalda. [...] Si se hubiera tratado de su cuerpo, de su organismo auténtico, y no de una metáfora ocasional y vil, por lo embustera, el enemigo hubiera reaccionado de distinta manera.
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Rosalía de Castro de Luisa Carnés Caballero
No se estremeció Galicia con esta muerte. A la existencia sombría y dolorosa de esta vida, derramada en amor a su tierra, fundida a ella en ardores y dolor, siguió una muerte sin ruido, sin lágrimas ni plañideras. La lluvia saudosa de Galicia no lloró sobre el cadáver de la apasionada gallega, ni las campanas de Bastabales despidieron a aquel espíritu escogido que las cantara con su más amorosa voz.
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Rosalía de Castro de Luisa Carnés Caballero
No se estremeció Galicia con esta muerte. A la existencia sombría y dolorosa de esta vida, derramada en amor a su tierra, fundida a ella en ardores y dolor, siguió una muerte sin ruido, sin lágrimas ni plañideras. La lluvia saudosa de Galicia no lloró sobre el cadáver de la apasionada gallega, ni las campanas de Bastabales despidieron a aquel espíritu escogido que las cantara con su más amorosa voz.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
"Una" no tiene más que medio día cada semana, es decir, cinco horas de asueto por cada sesenta y cinco de trabajo. "Una" está aquí, "entre toda esta pringue". Fuera, el ocio, el lujo, las diversiones y el amor. Los hombres que desfilan por el salón apenas miran a la dependienta. La dependienta, dentro de su uniforme, no es más que un aditamento del salón, un utilísimo aditamento humano. Nada más.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Existe un dilema, un dilema problemático de difícil solución: el hogar, por medio del matrimonio, o la fábrica, el taller o la oficina. La obligación de contribuir de por vida al placer ajeno, o la sumisión absoluta al patrono o al jefe inmediato. De una o de otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo expoliador. ¿No viene a ser una misma cosa? |
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Antes no había más que dos caminos para la mujer: el del matrimonio o el de la prostitución; ahora ante la mujer se abre un nuevo camino, más ancho, más noble: ese camino nuevo de que os hablo, dentro del hambre y del caos actuales, es la lucha consciente por la emancipación proletaria mundial.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Para la muchacha pobre el cambio de estación supone la adición de un problema a la suma de dramáticos problemas que integran su vida. Cada primavera requiere una renovación proporcional del indumento. La mujer rica desea el estío, que le permite cultivar su fina desnudez. La pobre lo teme. La pobre ve con temor la proximidad de los días radiantes de ese sol enemigo que descubre el zapato informe, que ilumina cada deterioro del atavío con la precisión del reflector a la estrella. La mujer pobre ama el invierno, aunque el agua le entumezca los pies.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
¡Pero al pequeño le parece tan natural que los juguetes sean de quien los puede pagar! Como asimismo juzga lógico que sus manos y las otras manos de la pequeña legión que grita y gesticula en el patio estén siempre amoratadas y agrietadas por el frío. Porque las manos grandes de «los mayores» también son coloradas y defectuosas. Pero sucede que una vez se ve una de pronto ante los ojos unas manos sonrosadas que despiden grato perfume y entonces comienza a vislumbrarse, aunque confusa e indeterminada, la línea divisoria.
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Tea Rooms de Luisa Carnés Caballero
Esos blandos olores exquisitos de las cocinas ricas; el sugerente calor que la envuelve a una al cruzar ante las ventanas de esas cocinas, recordándole que ha tomado a las ocho de la mañana una taza de café puro y un pedazo de pan correoso, y que son las dos de la tarde; recordándole a una que su hambre no data de unas horas ni de varios años, que es un hambre de toda la vida, sentida a través de varias generaciones de antecesores miserables.
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¿Cuántas novelas policíacas publicó Agatha Christie?