Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Los gobiernos viven de las dentelladas traicioneras que les propinan a los ciudadanos.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Los gobiernos viven de las dentelladas traicioneras que les propinan a los ciudadanos.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Nadie consigue atar un trueno, y nadie consigue apropiarse de los cielos del otro en el momento del abandono.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Me repetía a cada rato que los gringos se sentirían felices conmigo, considerando que también tengo nombre de gringo. —¿Cómo así, paisano? —Onecén es el nombre de un santo de los gringos. Aparece en sus moneditas y se escribe separado con una letra «te» al final. One cent. |
Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
La vida en la selva templó cada detalle de su cuerpo. Adquirió músculos felinos que con el paso de los años se volvieron correosos. Sabía tanto de la selva como un shuar. Era tan buen rastreador como un shuar. Nadaba tan bien como un shuar. En definitiva, era como uno de ellos, pero no era uno de ellos.
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La lámpara de Aladino de Luis Sepúlveda
Pero mientras espera el inevitable fin, sigue vertical sobre la isla, altivo, orgulloso, como el estandarte imprescindible de la dignidad del Sur.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Muchas veces escuchó decir que con los años llega la sabiduría, y él esperó, confiando en que tal sabiduría le entregara lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que éstos tendían a menudo.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
En tanto los colonos destrozaban la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Con los años llega la sabiduría, y él esperó, confiando en qué tal sabiduría le entregara lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que estos tendían a menudo.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Había desayuno temprano y sabía de los convenientes de cazar con el cuerpo pesado. El cazador ha de ir siempre un poco hambriento, pues el hambre agudiza los sentidos.
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Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar de Luis Sepúlveda
[…] sólo vuela el que se atreve a hacerlo […].
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Tanto los colonos como los buscadores de oro cometían toda clase de errores estúpidos en la selva. La depredaban sin consideración, y esto conseguía que algunas bestias se volvieran feroces.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
-¿Verdad que sabes leer, compadre? -Algo. -¿Y que estás leyendo? -Una novela. Pero quédate callado. Si hablas se mueve la llama, y a mi se me mueven las letras. |
Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Antonio José Bolívar Proaño sabía leer, pero no escribir. [...] Leía atentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas. Cuando un pasaje le agradaba especialmente lo repetía muchas veces, todas las que estimara necesarias para descubrir cuán hermoso podía ser también el lenguaje humano." (Pág.35). |
Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
"Sabía leer. Fue el descubrimiento más grande de toda su vida. Sabía leer. Era poseedor del antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez. Sabía leer. Pero no tenía que leer."
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
[“Leía lentamente, juntando las sílabas, murmurándolas a media voz como si las paladeara, y al tener dominada la palabra entera la repetía de un viaje. Luego hacía lo mismo con la frase completa, y de esa manera se apropiaba de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas. Cuando un pasaje le agradaba especialmente lo repetía muchas veces, todas las que estimara necesarias para descubrir cuán hermoso podía ser también el lenguaje humano.”] |
Historias de aquí y de allá de Luis Sepúlveda
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo; y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
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Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda
Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer.
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Luis Sepúlveda
La única obligación del escritor es contar bien una buena historia , no cambiar la realidad, porque los libros no cambian el mundo. Lo hacen los ciudadanos
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Hot Line de Luis Sepúlveda
Las mujeres mapuches lucían con orgullo las arrugas, porque sostenían que el rostro era el único mapa fiable, pues los territorios que enseña existen realmente
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Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar de Luis Sepúlveda
Ocurren cosas terribles en el mar. A veces me pregunto si algunos humanos se han vuelto locos, porque intentan hacer del océano un enorme basurero.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?