Jane Austen en la intimidad de Lucy Worsley
Bronte hace una descripción inolvidable de Orgullo y prejuicio como «un jardín cuidadosamente vallado, muy atendido, con bordes limpios y delicadas flores, pero sin el menor atisbo de una fisionomía vívida y luminosa. Ningún campo abierto, nada de aire fresco, ninguna colina azul, ni un gesto agradable. No me gustaría vivir con esas damas y caballeros en sus elegantes pero asfixiantes casas.» Concluye su demoledora crítica diciendo: «estas observaciones seguramente irritarán a más de uno». Sí, Charlotte Brontë, nos irrita, porque difícilmente habrías podido escribir Jane Eyre a menos que Jane Austen hubiera construido antes algo que mereciera la pena demoler. Concedamos a Virginia Woolf la última palabra: Jane Austen nació antes de que las Brontë arrancaran estas ataduras que (nos dicen) protegían a la mujer de la verdad, o de que George Eliot las desnudara a conciencia. Sea como sea, lo cierto es que Jane Austen sabía mucho más acerca de los hombres que ninguna de ellas. Puede que Jane Austen estuviera protegida de la verdad, pero una ínfima parte de la verdad quedaría protegida de Jane Austen. |