Besos de cereza de Lorraine Cocó
Desde el momento en el que la vio en la cafetería, tuvo claro que quería conocerla. Durante años la había recordado. Había dejado que su mirada, su piel y su sabor, volvieran a su mente de cuando en cuando. Lo había hecho sin pretenderlo. Lo último que había querido era idealizar un encuentro fortuito de hacía más de quince años en un armario con olor a antipolillas. Y, aun así, lo había hecho. Por eso había intentado acercarse a Andrea, para ver cuánto había de real en la imagen que se había formado en su mente a través de los años. Lo que no imaginó es que le costaría tanto.
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