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El peregrino en su patria de Lope de Vega
Hoy, que a estos montes y a la muerte llego, donde vine sin ti, sin alma y vida, te escribo, de llorar cansado y ciego. Pero dirás que es pena merecida de quien pudo sufrir mirar tus ojos con lágrimas de amor en la partida. Advierte que eres alma en los despojos desta parte mortal, que a ser la mía, faltara en tantas lágrimas y enojos; que no viviera quien de ti partía, ni ausente ahora, a no esforzarle tanto las esperanzas de un alegría día. Aquella noche en su mayor espanto consideré la pena del perderte, la duda soledad creciendo el llanto, y llamando mil veces a la muerte, otras tantas miré que me quitaba la dulce gloria de volver a verte. |