UN EXTRAÑO EN MIS BRAZOS de Lisa Kleypas
(…) a lo largo de los dos años que habían compartido, Lara fue sintiendo cómo su espíritu se marchitaba a la sombra de Hunter. Cuando él se marchó a la India se sintió agradecida. Abandonada a su propia suerte, Lara pronto se comprometió con el orfanato local y dedicó su tiempo y su atención a mejorar las vidas de los niños que vivían allí. La sensación de ser útil era tan gratificante que enseguida encontró otros proyectos en los que involucrarse: visitar a los enfermos y a los ancianos, organizar fiestas de caridad e incluso actuar de mediadora en muchas disputas. Cuando recibió la noticia de la muerte de Hunter sintió tristeza, pero nunca lo echó de menos. No, pensó con cierta culpabilidad, no quería que regresara. |