Seducción al amanecer de Lisa Kleypas
(…) Ambos no podían haber sido más opuestos, la pálida y enfermiza rubia y el enorme romaní. Una tan refinada y etérea, el otro moreno, tosco y apenas civilizado. Pero el vínculo estaba allí, como un halcón que siempre regresaba al mismo bosque siguiendo la guía de un mapa invisible grabado en su propia naturaleza.
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