Siempre Alice de Lisa Genova
»Nosotros, los que nos encontramos en los primeros estadios del Alzheimer, no somos absolutamente incompetentes. Todavía podemos expresarnos mediante el lenguaje, tenemos opiniones y extensos periodos de lucidez. Aun así, no somos lo bastante competentes para que se pueda confiar en nosotros por lo que respecta a muchas de las exigencias y responsabilidades de nuestras antiguas vidas. Nos sentimos como si no estuviéramos ni aquí ni allí, como un estrafalario personaje del doctor Seuss en una tierra extraña. Es un lugar muy solitario y frustrante. »Ya no trabajo en Harvard. Ya no leo tesis, ni escribo artículos de investigación o libros. Mi realidad es completamente distinta de lo que era no hace mucho tiempo. Y distorsionada. Los senderos neuronales que utilizo para pensar e intentar comprender lo que me dicen y lo que sucede a mi alrededor están contaminados de amiloides. Tengo que luchar conmigo misma para encontrar las palabras que deseo pronunciar, y a menudo me oigo decir las equivocadas. No soy capaz de juzgar con fiabilidad las distancias espaciales, lo que significa que dejo las cosas sobre los lugares equivocados, me caigo mucho y puedo perderme si me alejo más de dos manzanas de mi casa. Y mi memoria a corto término cuelga de un par de hilos deshilachados". "Pero llegaría el momento en que ya no recordaría cómo comer un cucurucho de helado, cómo atarse los cordones de los zapatos, incluso cómo caminar. Llegaría el momento en que las neuronas de sus centros de placer se corromperían ante una oleada de proteínas amiloides y ya no sería capaz de disfrutar de nada. Llegaría el momento en que, simplemente, el momento no existiría. Deseó tener cáncer en lugar de Alzheimer, lo cambiaría sin vacilar. Se sentía avergonzada por pensar eso y sabía que era un intercambio sin sentido, pero igualmente se permitió fantasear sobre él. Con un cáncer, tendría algo contra qué luchar y armas para hacerlo, la cirugía, la radiación y la quimioterapia. Existía una oportunidad de vencer. Su familia y sus colegas de Harvard se unirían a su lucha y la considerarían noble. Y, aunque al final fuera derrotada, sería capaz de mirarlos, reconocerlos y despedirse de ellos antes de morir. El Alzheimer era una bestia completamente distinta. No existían armas para combatirlo". + Leer más |