El monstruo pentápodo de Liliana Blum
No todas las niñas son iguales. Hay unas que tienen el mismo atractivo que una tabla de triplay. A esas, el cerebro de Raymundo ni siquiera las registraba. Había otras que lo atraían porque eran lindas y ya, como un trozo de carne colgado que podría llamar la atención de cualquier perro hambriento. Por moda, a veces las madres visten a sus hijas de putillas, exponiendo pedazos de esa piel infantil a los ojos de cualquiera. Imposible no mirar. Ese tipo de niñas que atraían su mirada momentáneamente, pero no impedían que él regresara poco después a su vida sin volver a dedicarles un pensamiento.
|