El hombre que amaba a los perros de Leonardo Padura
Y es que la muerte tiene esa capacidad: resulta tan definitiva e irreversible que apenas deja márgenes para otros temores. Incluso un hombre como el que esa tarde tenía frente a mí (conocedor de todo sobre la muerte, según me había dicho) se detenía ante ella, se removía ante su presencia, aun cuando se tratara de la muerte de un perro.
|